|
“No provoque, no provoque, no provoque”, demandaba un elemento de la Dirección de Seguridad Pública al diputado Felipe Abel Rodríguez Leal, quien intentaba pegar una pancarta de protesta en el muro de la fachada principal de Palacio de Gobierno.
El legislador del Partido de la Revolución Democrática era repelido por los agentes policíacos que le insistían, “no provoque, no provoque”. “No me jales”, les respondía el diputado, y el otro le reviraba, “bueno, pues no me provoques”. Abalanzado sobre los policías que protegían el muro palaciego, Rodríguez Leal les advertía: “voy a pegar la cartulina”. Separados sólo por los antebrazos y codos, policías y diputado casi podían sentir su aliento. “Se va para otro lado señor, aquí no hace nada”, le decían y Rodríguez Leal recibió entonces un codazo leve en el mentón. “No me agredas, cabrón”, le respondió al policía. “Nada más porque traes uniforme, no me agredas”, le reiteró mientras que el diputado le devolvió la agresión. “No me golpee”, vociferó el uniformado mientras que, unido al brazo de otro, intentaba cerrar el paso al muro. Alguien gritó: “no lo agredan que es representante de otro Poder, tengan respeto”. De súbito, llegaron otros agentes para iluminar el desconocimiento de los policías que ignoraban que se estaban enfrentando a un diputado. Hicieron a un lado a los pretensos defensores del palacio y le permitieron al diputado pegar sus cartulinas. A eso de las once de la mañana, habían llegado ante la puerta de Palacio, varias decenas de trabajadores del Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores del Gobierno del Estado, que lidera Francisca Reséndiz Lara. Regresaron para plantarse. Apenas hacía unos días, en la madrugada, elementos de la policía estatal y municipal los habían desalojado con lujo de fuerza. “Regresamos para quedarnos”, le dijo Francisca Reséndiz al recién nombrado asesor de la Secretaría General de Gobierno, Leonel Serrato Sánchez. Habían dialogado, al parecer con cierta cordialidad, pero al marcharse el asesor, varios trabajadores se acercaron, cartulinas en mano, para pegarlas en la fachada de Palacio, pero se interpusieron los gendarmes. Rodríguez Leal había acudido a brindar su apoyo y el del PRD a los trabajadores y al ver que los policías alegaban que pegar pancartas de protesta está prohibido, se apuntó y pidió: “yo las pegó”. Con una cartulina en las manos, se acercó a unos metros de la puerta principal de Palacio y devino el altercado. Al final las colocó y de paso exigió la renuncia del secretario general de gobierno, José Guadalupe Durón Santillán. Fueron minutos de encono vociferante y se diluyeron con el mismo tono grisáceo del gobierno actual, en el que ni siquiera las protestas logran avivarlo. “Si no quiere ni sabe dialogar para resolver los problemas, mejor que renuncie”, exigió. Deploró que el gobierno que encabeza Fernando Toranzo Fernández violente los derechos de los trabajadores y por encima de eso les niegue el derecho a manifestarse libremente. En tanto, un grupo de trabajadoras, colocaron sus sillas y se sentaron en la entrada de Palacio. Llevaron sombrillas blancas y desde ahí exigieron la reinstalación de los despedidos. Aquí nos vamos a quedar, dijeron y, claro está, de Palacio no salió nadie a atender el problema, como si nadie gobernara. |